viernes, 28 de marzo de 2025

MAS QUE LIBRAS Y CABELLO : Aprendiendo a Amarme en el Proceso

Hay momentos en los que el espejo se convierte en un desafío. Ver mi cuerpo cambiar, notar que mi cabello ya no luce como antes y sentir que mis emociones van y vienen como una marea impredecible ha sido una prueba de paciencia y amor propio.

Quisiera ver resultados rápidos, despertar un día y sentir que todo volvió a la normalidad. Pero en este proceso he aprendido algo que va más allá de lo físico: mi valor no está en una talla, en un número en la balanza o en la cantidad de cabello que cae en el cepillo.

No se trata de conformarme, sino de encontrar el equilibrio entre trabajar por lo que quiero y aprender a amarme en el punto exacto donde estoy hoy. Porque si solo me permito sentirme bien cuando alcance cierta meta, ¿de qué sirve todo el camino?

Hoy elijo mirarme con más compasión, reconocer mis avances, aunque sean pequeños, y recordar que cada proceso lleva su tiempo. No me mediré en libras, sino en amor propio. No me enfocaré solo en lo que falta, sino en lo que ya he logrado.

Si tú también estás en un proceso de cambio, quiero recordarte algo: ámate hoy, mientras trabajas por el mañana que deseas. No te castigues por lo que aún no ves, porque cada paso cuenta. Eres más que tu apariencia. Eres fortaleza, eres propósito, eres luz.

martes, 25 de marzo de 2025

DIOS ESCRIBE DERECHO SOBRE LINEAS TORCIDAS

 La vida tiene una manera extraña de sorprendernos. A veces, nuestros planes se desmoronan, los caminos que elegimos nos llevan a lugares inesperados, y las circunstancias parecen jugar en nuestra contra. Nos preguntamos: “¿Por qué esto me está pasando? ¿Por qué las cosas no pueden ser más sencillas?”

Pero con el tiempo, aprendemos algo poderoso: Dios nunca pierde el control.

Lo que en su momento parece un error, un desvío o incluso una casualidad, en realidad forma parte de un propósito mayor. Aprendí de alguien muy especial la frase "Dios escribe derecho sobre líneas torcidas" y no hay duda, porque Él ve más allá de lo que nosotros entendemos.

Quizás has vivido momentos de incertidumbre, situaciones que no tenían sentido en su momento, pero que luego se transformaron en algo bueno. Personas que llegaron a tu vida de maneras extrañas, encuentros que parecían casuales pero que, con el tiempo, se convirtieron en bendiciones. Porque Dios no solo usa los grandes acontecimientos para revelarse, sino también los pequeños detalles que pasan desapercibidos.

A veces, Él nos lleva por caminos inesperados solo para ponernos en el lugar correcto, con las personas correctas y en el momento exacto. Nos enseña a confiar, a soltar el control y a dejarnos sorprender. Y cuando miramos atrás, nos damos cuenta de que cada giro inesperado tenía un propósito, que cada línea torcida conducía, en realidad, a un destino perfecto.

Si hoy sientes que todo está fuera de lugar, no te preocupes. Dios sigue escribiendo tu historia con amor y precisión. Y en el momento menos esperado, te mostrará que lo que parecía un desvío era, en realidad, el mejor camino.


lunes, 24 de marzo de 2025

Tus Palabras Tienen Peso: Hablemos de los Comentarios Que Hieren

 A veces, sin darnos cuenta, soltamos comentarios que parecen inofensivos, pero que pueden dejar marcas profundas en quienes los reciben. Frases como: "Tú sí estás gorda." "Aún no te has casado, ¿qué esperas?". "¿Todavía no tienes hijos?". 

Dichas con ligereza, sin mala intención aparente, pero con un impacto que desconocemos. Porque no sabemos qué batalla está librando la otra persona. No sabemos si esa persona que llamamos "gorda" ha estado luchando contra problemas de salud, si la que sigue soltera ha pasado por desilusiones que la marcaron, o si la que aún no tiene hijos está enfrentando un dolor silencioso.

El problema es que muchas veces hablamos sin pensar, sin preguntarnos si nuestras palabras aportan algo bueno o simplemente son un reflejo de nuestra falta de empatía. No se trata de callarnos siempre, pero sí de aprender a hablar con amor, con respeto, con consideración.

Cada palabra tiene un peso, y cuando las usamos sin medirlas, pueden convertirse en cargas que otros llevan sin que nos demos cuenta. No sabemos cuántas veces una sola frase ha arruinado el día de alguien o ha reforzado una inseguridad con la que ya estaba lidiando.

Hagamos el esfuerzo de ser más conscientes con nuestras palabras. Antes de opinar sobre el cuerpo, la vida o las decisiones de alguien más, preguntémonos: ¿esto edifica o lastima? ¿Es realmente necesario decirlo? ¿Cómo me sentiría yo si alguien me lo dijera?

Porque al final, lo que decimos puede sanar o herir. Y si tenemos el poder de elegir, que
nuestras palabras sean siempre un puente hacia el amor y no una piedra en el camino de alguien más.


miércoles, 19 de marzo de 2025

IDENTIFICANDO LA RAIZ DEL PROBLEMA

 A veces, lo que parece un problema grande tiene una solución más simple de lo que imaginamos.

Hace poco, mi vehículo comenzó a presentar fallas. No entendía qué pasaba, pero cada vez que intentaba encenderlo o hacer ciertos movimientos, algo no funcionaba bien. Probé varias cosas, intenté descifrar la causa y hasta llegué a pensar que el desperfecto era algo serio, algo que costaría mucho reparar.

Pero después de revisar todo, resultó ser la batería. Sí, todo el fallo tenía un solo origen: una batería desgastada que ya no daba para más. Finalmente, hubo que cambiarla, y al hacerlo, el problema desapareció.

Esta experiencia me dejó una reflexión. Muchas veces en la vida enfrentamos situaciones que nos abruman, momentos en los que sentimos que todo está fallando y que las soluciones son demasiado complejas o inalcanzables. Pero si nos detenemos a analizar con calma, puede que descubramos que todo se debe a una sola cosa: una carga que ya no nos sostiene, algo que necesita ser renovado, cambiado o soltado para que todo vuelva a funcionar bien.

A veces, puede ser una relación que ya no suma, un pensamiento negativo que hemos cargado por demasiado tiempo, un trabajo que nos drena, o simplemente una mentalidad que necesitamos transformar. Nos aferramos a lo que ya no funciona, intentando encontrar soluciones complicadas, cuando en realidad lo único que necesitamos es hacer un cambio, como cambiar esa batería que ya no servía.

Después de todo, no podemos seguir adelante con la misma carga agotada de siempre. A veces, lo que más necesitamos es renovarnos para poder avanzar.



lunes, 10 de marzo de 2025

EL DIVORCIO NO ES EL FINAL

 

El divorcio es una palabra que muchas veces viene cargada de culpa, miedo y juicio. La sociedad, la familia, los dogmas religiosos e incluso nuestras propias inseguridades pueden hacernos creer que separarnos de alguien significa fracasar. Nos aferramos a relaciones que ya no nos hacen bien, por temor a estar solos, por el “qué dirán”, “por el bien de los hijos” o porque sentimos que no tenemos otra opción.

Pero, ¿en qué momento nos detenemos a preguntarnos qué queremos y qué necesitamos?

El divorcio no es el final, aunque en un principio pueda sentirse así. Es el cierre de un capítulo, pero no el fin de la historia. Es difícil, es doloroso y puede venir con momentos de incertidumbre, pero también puede ser el inicio de una nueva etapa de crecimiento, sanidad y redescubrimiento.

Muchas veces nos enseñan que debemos sacrificarnos en nombre de la familia, de los hijos, de la sociedad. Pero vivir en una relación donde ya no hay amor, respeto o paz no es un sacrificio, es una condena. Y más allá del miedo que pueda generar tomar la decisión de separarse, está la realidad de que nadie debería permanecer en un lugar donde ha dejado de ser feliz o donde su bienestar emocional, físico y mental está en riesgo.

El divorcio no significa que fracasaste. Significa que tuviste el valor de elegirte a ti mismo. Que fuiste lo suficientemente valiente para dejar ir lo que no te hacía bien y abrirte a nuevas oportunidades de amor, paz y estabilidad.

Si hoy estás enfrentando un divorcio o lo has vivido en el pasado, recuerda esto: no estás solo, no eres menos valioso por haber tomado esta decisión y mereces ser feliz. Puede que el proceso sea difícil, pero poco a poco el dolor se convierte en aprendizaje, la soledad en libertad y el miedo en esperanza.

Porque el divorcio no es el final. A veces, es el comienzo de la vida que realmente merecemos.

YO SE LO QUE QUIERO, PERO DIOS SABE LO QUE REALMENTE NECESITO

A veces, estoy tan segura de lo que quiero que, en mi mente, no hay otra opción. Le presento mis peticiones a Dios con detalles, con urgencia, esperando una respuesta inmediata. Pero cuando esa respuesta no llega en el tiempo que yo espero, la incertidumbre me golpea, y la impaciencia amenaza con robarme la paz.

He pasado noches preguntándome por qué las cosas no suceden como yo las he planeado. He sentido la frustración de ver puertas cerradas y caminos que parecen no llevar a ningún lado. En esos momentos, mi corazón se turba, y el silencio de Dios parece una respuesta difícil de aceptar.

Pero he aprendido algo valioso: yo sé lo que quiero, pero Dios sabe lo que realmente necesito.

Cada vez que decido soltar mi carga y depositarla en Sus manos, algo maravilloso sucede: Él me da paz, incluso antes de que llegue la respuesta. Y con el tiempo, cuando miro hacia atrás, todo cobra sentido. Entiendo que lo que en su momento parecía una demora, en realidad era protección. Lo que yo veía como una negativa, en realidad era Dios guiándome hacia algo mejor.

No siempre entenderemos el "por qué" de inmediato, pero podemos confiar en que Dios nunca se equivoca. Él ve más allá de lo que nosotros podemos ver, y Su amor es tan grande que no nos da solo lo que queremos, sino lo que realmente necesitamos para nuestro bienestar.

Hoy, si sientes que las respuestas tardan, que el camino es incierto o que la espera se hace difícil, recuerda esto: Dios no está en silencio. Él está obrando, incluso cuando no lo ves. Y cuando todo se acomode, entenderás que Sus planes siempre fueron mejores que los tuyos.

Confía, suelta la carga y descansa en la certeza de que Dios siempre sabe lo que es mejor para ti.

viernes, 7 de marzo de 2025

SENTIRSE MAL NO ESTÁ MAL : Una reflexión para ti mujer...

     A veces, las madres llevan en sus hombros la falsa creencia de que deben ser perfectas, que deben estar siempre fuertes, siempre listas, siempre sonrientes. Pero aquí está la verdad que muchas olvidan: sentirse mal no está mal.

Un mal día no define quién eres como madre ni quién serás mañana. Es solo eso, un mal día, una pausa en el camino, un recordatorio de que no eres un robot programado para dar sin descanso, sino un ser humano con emociones, límites y necesidades. Sentirte cansada, agobiada o incluso insuficiente no significa que estás fallando; significa que estás viviendo, dando todo de ti en un papel que no viene con manuales ni instrucciones.

Ser madre es un privilegio, pero también es un desafío. Y en esos momentos en que te preguntas si estás haciendo las cosas bien, recuerda esto: tus hijos no necesitan una madre perfecta; necesitan a su madre. La que los abraza cuando tienen miedo, la que les seca las lágrimas, la que se equivoca y lo admite, la que les enseña que incluso en las caídas se encuentra aprendizaje.

Tener días difíciles no te hace menos merecedora de tus hijos maravillosos. No eres menos capaz porque a veces necesites tiempo para ti misma, para llorar, respirar, sanar. Cada lágrima que derramas es una prueba de lo mucho que amas, porque incluso cuando te sientes rota, sigues buscando la forma de reconstruirte por ellos.

Llora si lo necesitas. Llora porque en esas lágrimas también hay fuerza, en esa vulnerabilidad hay belleza. Pero luego, cuando sientas que estás lista, levántate. Seca tus lágrimas y sigue adelante. No porque debas ser fuerte todo el tiempo, sino porque dentro de ti habita un amor inagotable, una voluntad que trasciende el cansancio, y una valentía que solo una madre puede conocer.

Recuerda esto: no necesitas alas para ser extraordinaria. Dios no te hizo un ángel; te hizo madre. Te dio el don de dar vida, de nutrirla, de guiarla con tu amor imperfecto y maravilloso. Te puso aquí, con todas tus imperfecciones, para demostrar que la humanidad, con sus altibajos, es el regalo más valioso que puedes ofrecer a tus hijos.

Así que la próxima vez que te sientas mal, recuerda que eso también es parte del camino. Y que incluso en esos días grises, sigues siendo un ser humano extraordinario, el centro del universo para quienes más importan: tus hijos.

jueves, 6 de marzo de 2025

EL DIA NO TIENE QUE TERMINAR COMO EMPEZÓ


     Hay días que inician pesados. Desde que abres los ojos, la mente se llena de pendientes, responsabilidades y preocupaciones. La carga laboral, los compromisos personales, los estudios y la vida misma a veces parecen demasiado. El estrés se acumula, las fuerzas flaquean y, sin darte cuenta, el desánimo se instala en tu corazón.

Pero algo he aprendido: el día no tiene que terminar como empezó.

Puedes haber comenzado con cansancio, con preocupaciones o incluso con lágrimas. Pero Dios siempre tiene maneras únicas de recordarte que no estás solo. Tal vez sea una conversación inesperada con alguien que necesitabas escuchar, una palabra de aliento en el momento justo, una noticia que trae alivio o incluso un pequeño detalle que parece insignificante, pero que llena tu corazón de paz.

A veces, ese cambio viene cuando tomamos un respiro y decidimos soltar lo que no podemos controlar. Otras veces, simplemente sucede sin que lo busquemos: una risa espontánea, un abrazo sincero, la satisfacción de haber avanzado un poco más o el simple hecho de llegar al final del día con la certeza de que Dios estuvo contigo en cada paso.

No importa cómo haya comenzado tu día; lo importante es que Dios siempre tiene la última palabra. Él puede transformar el cansancio en descanso, la preocupación en confianza y la tristeza en gozo.

Así que si hoy sientes que el peso del día es demasiado, recuerda esto: todavía no ha terminado. Tal vez al final del día, cuando menos lo esperes, algo suceda que te saque una sonrisa y te recuerde que cada jornada es una nueva oportunidad para ver la fidelidad de Dios en acción.

Confía. Descansa. Y deja que Dios haga lo suyo.

miércoles, 5 de marzo de 2025

CUANDO DIOS SE ENCARGA, TODO ES DIFERENTE


Cuando Dios Se Encarga, Todo Es Diferente

Las matemáticas humanas son exactas: si tienes diez y restas dos, te quedan ocho. Pero la matemática divina no sigue nuestras reglas. Para Dios, 10 - 2 no es 8, sino Bendiciones incontables. Él obra de maneras que nuestra mente no puede comprender, multiplicando donde solo vemos resta y proveyendo donde pensamos que falta.

Tener todas las cargas y responsabilidades de un hogar no es fácil. Hay momentos en los que las cuentas no cuadran, los problemas parecen superarnos y las fuerzas flaquean. Pero he aprendido algo valioso en mi caminar con Dios: cuando le entregas todo a Él, las cargas se vuelven más ligeras y la provisión llega en el momento exacto.

En mi vida, muchas veces he dicho con fe: "Encárgate Tú, Jehová". Y Él, fiel como siempre, se lo ha tomado en serio. No me ha faltado nada. Justo cuando menos lo espero, cuando parece que la puerta está cerrada, Dios me sorprende con sus detalles, con sus respuestas inesperadas, con su amor manifestado en las pequeñas y grandes cosas.

Cuando dejamos que Dios se haga cargo, aprendemos que Su gracia es suficiente y Su provisión es perfecta. No se trata de nuestra lógica ni de nuestro esfuerzo, sino de confiar en que Él tiene el control. Porque lo que para el hombre parece poco, en las manos de Dios se convierte en abundancia sin medida.

Hoy te invito a hacer lo mismo: ríndele a Dios tus cargas, tus preocupaciones y tus necesidades. Dile: "Encárgate Tú, Señor", y observa cómo Él transforma lo imposible en testimonio, la escasez en abundancia y la incertidumbre en paz.

¡Porque cuando Dios se encarga, todo es diferente!


LA FIDELIDAD DE DIOS EN CADA DETALLE



La Fidelidad de Dios en Cada Detalle. A veces, Dios nos sorprende de maneras que solo podemos comprender cuando miramos en retrospectiva. Hoy tuve la oportunidad de impartir una charla en un liceo de Santo Domingo por el Día Internacional de la Mujer. Me dirigí a jóvenes entre los 15 y 18 años, madres y maestras, compartiendo lo que Dios ha puesto en mi corazón. Fue una experiencia hermosa, llena de significado, donde pude sentir que estaba cumpliendo un propósito mayor que el mío.

Sin embargo, la noche anterior, me di cuenta de que mi tanque de gasolina estaba prácticamente vacío. Sabía que al día siguiente tenía que recorrer varios kilómetros, pero en ese momento no tenía los recursos para abastecerme. En lugar de preocuparme, oré: "Señor, si Tú has abierto esta puerta, yo confío en que me llevarás y traerás de regreso".

A la mañana siguiente, encendí el vehículo y, para mi sorpresa, ya no marcaba emergencia. Confiando en que Dios proveería, emprendí mi camino con la certeza de que Él estaba al control. La charla fue maravillosa, no solo por lo que pude compartir, sino por las miradas de alegría y satisfacción de quienes me escuchaban. Saber que mis palabras habían dejado algo en sus corazones fue el verdadero regalo del día.

Al final del evento, recibí una remuneración que no había solicitado ni esperado. Pero Dios no se detuvo ahí: también me hicieron una nueva invitación para impartir otra charla al equipo de Orientación del Distrito Educativo al que pertenece el liceo, en el Municipio. No pude hacer otra cosa que sonreír y exclamar: ¡Qué maravilloso es Dios!

Esta experiencia me recordó que cuando Dios nos envía, Él mismo se encarga de los detalles. No solo nos abre puertas, sino que nos sostiene en cada paso del camino. Su fidelidad no tiene límites y nos muestra, una y otra vez, que podemos confiar plenamente en Él.


martes, 4 de marzo de 2025

DIOS ME CONSINTIÓ: LA CANASTA DE FRUTAS QUE NO ESPERABA.

DIOS ME CONSINTIÓ: LA CANASTA DE FRUTAS QUE NO ESPERABA.

Hay días en los que sentimos que todo está en nuestra contra. Días en los que miramos a nuestro alrededor y nos damos cuenta de que hay escasez, de que las puertas parecen cerradas y las respuestas tardan en llegar.

Ese día en particular, mi casa no tenía muchas opciones para comer. La nevera estaba casi vacía, y para colmo, mi pago se había retrasado ocho días. Sabía que Dios provee, pero en ese momento, la desesperanza me pesaba más que la fe.

Entonces, un amigo vino a visitarme y me pidió frutas. Me quedé en silencio porque ni siquiera eso tenía para ofrecerle. Me retiré a mi habitación con tristeza, sintiéndome impotente. Ni siquiera podía compartir algo tan simple como una fruta.

Le pedí a mi hermana que al menos le diera agua, porque era lo único que podíamos ofrecerle. (Aunque luego recordé que quedó poquita porción del dia anterior y se lo ofrecí con mucho amor). En mi corazón, solo podía hablar con Dios y expresarle mi tristeza.

A veces creemos que Dios está lejos o que nuestras preocupaciones son demasiado pequeñas para Él. Pero menos de una hora después, Dios me sorprendió de la manera más hermosa.

Fui a la iglesia, sin imaginar que allí recibiría su respuesta. En una actividad especial, había una dinámica en la que sacábamos papelitos con mensajes. (Tengo que admitir que soy muy mala para estas cosas) Pero, cuando tomé el mío y lo abrí, decía: "ESCOGIDA POR DIOS".

En ese momento, sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo. Dios me estaba recordando que Él me ve, que me ama y que no me ha olvidado.

Pero lo más impactante fue lo que ocurrió después: me entregaron una canasta de frutas, que solo sería otrogada al que tuviera el papelito con este mensaje.

Sí, frutas, exactamente lo que mi amigo había pedido y que yo no tenía para darle. Pero Dios, en su amor y detalle, no solo envió frutas… también incluyó un aguacate.

No pude hacer otra cosa más que sonreír y agradecer. Dios no solo me proveyó, sino que lo hizo con un cariño especial, demostrándome que Él ve hasta los detalles más pequeños de nuestra vida.

 Dios me mostró que su respuesta puede llegar de muchas formas. No siempre como lo imaginamos, pero siempre con amor.

📖 "Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?" – Mateo 6:26

Dios no se olvidó de mí ese día. Y tampoco se olvida de ti. Si hoy te encuentras en necesidad, recuerda que Dios ya está obrando. Tal vez la respuesta está en camino, y cuando llegue, será perfecta, llena de detalles que solo Él puede planear.

Porque sí, Dios es detallista. Y su amor se refleja en cada pequeño gesto de provisión.


CUANDO MENOS LO ESPERAS: La Respuesta de Dios a Nuestras Oraciones


Cuando Menos lo Esperas: La Respuesta de Dios a Nuestras Oraciones

¿Cuántas veces has orado con fe, esperando una respuesta inmediata, pero parece que el cielo guarda silencio? A veces, creemos que Dios no nos escucha o que simplemente ha decidido no responder. Pero con el tiempo, nos damos cuenta de algo maravilloso: Dios siempre responde, aunque no sea en el momento o de la manera que esperamos.

En muchas ocasiones, la respuesta llega cuando menos lo imaginamos, en formas que nunca hubiéramos pensado. Dios tiene su propio tiempo y sus propios planes, y aunque no siempre los entendamos al principio, cada respuesta que nos da es perfecta.

En nuestra impaciencia humana, queremos respuestas rápidas. Pero la Biblia nos enseña que Dios obra en su tiempo perfecto:

📖 “Todo lo hizo hermoso en su tiempo.” – Eclesiastés 3:11

Un ejemplo claro de esto es la historia de José en la Biblia. Fue vendido por sus hermanos, acusado injustamente y encarcelado, y seguramente se preguntó muchas veces por qué Dios no lo rescataba de inmediato. Sin embargo, cada prueba que vivió lo preparó para convertirse en el segundo al mando de Egipto y salvar a muchas personas, incluyendo a su propia familia. Dios estaba obrando, incluso cuando parecía que no había respuesta.

A veces, las respuestas de Dios llegan de formas inesperadas. Tal vez oramos por un trabajo específico y no lo conseguimos, pero luego nos damos cuenta de que Dios tenía algo mejor preparado. O quizás pedimos sanidad y, en lugar de una curación instantánea, Dios nos da fortaleza para sobrellevar la prueba y crecer en fe.

📖 “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” – Jeremías 33:3

Ana, la madre del profeta Samuel, oró por un hijo durante años. Seguramente sintió dolor y desesperanza, pero Dios no la había olvidado. En su momento perfecto, le concedió un hijo que llegaría a ser un gran profeta en la historia de Israel. Dios nunca deja sin respuesta a los que claman a Él.

Recuerdo un momento en mi vida en el que oré con fervor por una situación que parecía imposible. Los días pasaban, y sentía que Dios no me respondía. Me frustré, llegué a dudar, pero en el momento en que decidí rendirme y confiar completamente en Él, llegó la respuesta. No de la forma que había pedido, pero sí de la mejor manera posible.

Dios sabe lo que necesitamos mejor que nosotros mismos. A veces, la espera no es un "no", sino un "aún no", porque hay algo más grande preparado.

Si hoy te encuentras esperando una respuesta de Dios, quiero recordarte esto: Él nunca deja de escuchar. Aunque no lo veas, está obrando a tu favor.

📖 “Porque yo sé los planes que tengo para ustedes, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.” – Jeremías 29:11

Cuando menos lo esperes, la respuesta llegará. Tal vez no de la forma que imaginaste, pero siempre de la mejor manera. Confía, porque Dios nunca deja de trabajar en tu vida.

🎓 ENTRE TOGAS, LÁGRIMAS Y SUEÑOS CUMPLIDOS

La emotiva ceremonia de bachillerato de PREPARA en el Centro Educativo La UREÑA recordó que la educación transforma, no importa la edad ni l...