La Fidelidad de Dios en Cada Detalle. A veces, Dios nos sorprende de maneras que solo podemos comprender cuando miramos en retrospectiva. Hoy tuve la oportunidad de impartir una charla en un liceo de Santo Domingo por el Día Internacional de la Mujer. Me dirigí a jóvenes entre los 15 y 18 años, madres y maestras, compartiendo lo que Dios ha puesto en mi corazón. Fue una experiencia hermosa, llena de significado, donde pude sentir que estaba cumpliendo un propósito mayor que el mío.
Sin embargo, la noche anterior, me di cuenta de que mi tanque de gasolina estaba prácticamente vacío. Sabía que al día siguiente tenía que recorrer varios kilómetros, pero en ese momento no tenía los recursos para abastecerme. En lugar de preocuparme, oré: "Señor, si Tú has abierto esta puerta, yo confío en que me llevarás y traerás de regreso".
A la mañana siguiente, encendí el vehículo y, para mi sorpresa, ya no marcaba emergencia. Confiando en que Dios proveería, emprendí mi camino con la certeza de que Él estaba al control. La charla fue maravillosa, no solo por lo que pude compartir, sino por las miradas de alegría y satisfacción de quienes me escuchaban. Saber que mis palabras habían dejado algo en sus corazones fue el verdadero regalo del día.
Al final del evento, recibí una remuneración que no había solicitado ni esperado. Pero Dios no se detuvo ahí: también me hicieron una nueva invitación para impartir otra charla al equipo de Orientación del Distrito Educativo al que pertenece el liceo, en el Municipio. No pude hacer otra cosa que sonreír y exclamar: ¡Qué maravilloso es Dios!
Esta experiencia me recordó que cuando Dios nos envía, Él mismo se encarga de los detalles. No solo nos abre puertas, sino que nos sostiene en cada paso del camino. Su fidelidad no tiene límites y nos muestra, una y otra vez, que podemos confiar plenamente en Él.
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