lunes, 30 de junio de 2025

¡CON TIZAS, SUEÑOS Y MUCHO AGUANTE: hoy celebramos a nuestros maestros!

De la paciencia de Job al arte de enseñar con una pizarra rota, los maestros dominicanos merecen más que una manzana… ¡merecen una pensión digna y un aplauso de pie!

Por: Massiel Reyes-Leconte

¿Quién dijo que ser maestro era fácil? En República Dominicana, nuestros educadores se gradúan no solo de licenciados, sino también de artistas, psicólogos, padres sustitutos y hasta ingenieros en manualidades con cartulina y pega loca. Hoy, 30 de junio, es el Día del Maestro, y más que felicitarles, queremos rendir homenaje —con una sonrisa y un toque de café frío sobre el pupitre— a esos héroes del aula que, con un marcador medio seco, escriben futuro.

Maestra que resuelve con una regla rota es más eficaz que una laptop sin internet.
A lo largo y ancho del país, desde Montecristi hasta Higüey, hay miles de docentes que transforman cada día en una aventura educativa: explican historia con sabor a mangú, enseñan matemáticas como si fueran recetas de habichuelas con dulce y sobreviven a grupos de 40 estudiantes con la elegancia de una orquesta sinfónica en recreo.

¿Y qué decir de los métodos de enseñanza?
No hay algoritmo de inteligencia artificial que iguale el “si no entendiste así, vamos a intentarlo de otra forma” que repiten con paciencia eterna. Ni ChatGPT ni Google igualan la mirada del profe cuando uno dice “¡ahhh, ya entendí!”. Ese “click” no tiene precio. Y no hablemos del momento glorioso cuando el estudiante que nunca habla levanta la mano… ¡milagro educativo!

Un estudio con cariño (y tiza):
Según datos del Ministerio de Educación, más del 80% de nuestros docentes han completado capacitaciones adicionales fuera de su horario laboral. Eso no es vocación… ¡eso es amor nivel premium! Porque ser maestro no es un trabajo; es una causa. Y a veces, una lucha, cuando toca hacer huelga porque los sueldos no suben, pero la cuenta del colmado sí.

Y el salario… que no siempre saca buena nota.
Muchos de nuestros maestros aún cobran como si educar fuera un pasatiempo y no una labor de alta exigencia emocional, física e intelectual. Que nadie se engañe: el aula no se llena solo de conocimiento, sino también de facturas que esperan ser pagadas. Y cuando el sueldo no alcanza ni para reponer el borrador perdido, se evidencia que el aplauso no basta. Hay que dignificar en la práctica, no solo en el discurso.

Maestros dominicanos, patrimonio nacional con pizarra incluida.
La pandemia reveló algo que sabíamos pero no siempre valoramos: que sin los maestros, no hay república que avance. Fueron ellos quienes, entre Zoom y WhatsApp, siguieron enseñando aunque el internet estuviera “guindando de un hilo” y el celular fuera compartido con toda la familia. ¿Superpoderes? No. Profesores dominicanos.

¿Cómo celebrarles hoy?
Con flores, sí. Con bombones, también. Un "Bono extra", no ta' mal. Pero sobre todo, con respeto, dignidad y políticas públicas que los pongan donde siempre debieron estar: en lo más alto de la escala social. Porque educar no es solo preparar para un examen, es sembrar país, construir futuro y aguantar que te griten “¡profe, no la boooorrrrreeeeeeee!” 1 hora despues, o "e'pliqueme otra vez" que no entendí (17 veces despues de haberlo explicado y en varios idiomas).

¡Gracias, maestros!
Por ser faros en medio del apagón mental, por corregir con tinta roja pero corazón grande, por seguir creyendo en cada estudiante aunque llegue sin desayuno. Hoy brindamos por ustedes (con leche de cajita en vaso plástico) y gritamos fuerte: ¡Feliz Día del Maestro, caramba!


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