Cuando la empatía se disfraza de curiosidad, tus secretos se convierten en el mejor material para la próxima reunión social.
Por: Massiel Reyes-Lecont
Hay un tipo de personaje social que se disfraza de alma buena, se acerca cuando te ve frágil, escucha tus penas con mirada comprensiva… y luego convierte tu dolor en contenido premium para el chisme.
Dicen que no hay nada más reconfortante que alguien que te escuche con atención, te mire con ojos llorosos y te diga: “Wow, no me imagino lo duro que debe ser eso que estás viviendo”. Pero lo que nadie te dice es que esa misma persona, media hora después, está contando tu historia –con edición, efectos especiales y banda sonora– al grupo de WhatsApp “Amigas 2012 ✨” con el título: “Lo que me acabo de enterar, Dios mío”.
Así nace y se mueve la figura de la empática oscura: esa criatura social que parece sacada de una mezcla entre una novela de autoayuda y un episodio de Game of Thrones.
¿Quiénes son estas personas?
Aunque parezca un término sacado de una saga de ciencia ficción o de algún libro de autoayuda apocalíptica, la “empatía oscura” existe. No es un diagnóstico clínico, pero sí un patrón de comportamiento social bastante reconocible: personas que aparentan conectarse con tus emociones, pero lo hacen para beneficio propio, no para ayudarte.
No son fáciles de detectar, porque se disfrazan de comprensión. Son las reinas (y reyes, no vamos a excluirlos) del “cuenta conmigo”. Te ven vulnerable, y en vez de ofrecerte una manta emocional, te tiran un anzuelo afectivo: se acercan con frases como “Tú sabes que yo te entiendo más que nadie”, pero no para ayudarte, sino para archivar tu tristeza en su banco de datos personales y luego usarlo como munición en un momento de conveniencia o venganza social pasivo-agresiva.
Estas personas no son necesariamente malvadas al estilo de las películas de Disney. No tienen un cuervo ni una manzana envenenada. Lo que tienen es algo peor: una mezcla de curiosidad disfrazada de compasión, y una lengua afilada con GPS emocional.
El modus operandi
-
Te buscan cuando estás bajito/a. No porque quieran levantarte, sino porque las grietas emocionales facilitan el acceso a la información sensible.
-
Te sueltan un par de frases de Pinterest. “Todo pasa por algo, amiga”, “Dios le da sus peores batallas a sus mejores guerreros”… pero no te soluciona nada.
-
Te exprimen con preguntas suaves pero dirigidas. Tipo: “¿Y él te hace eso desde hace cuánto? ¿Pero tú te dejaste tratar así?”
-
Guardan silencio... pero no por respeto. Sino porque están calculando cómo sacarle jugo a lo que dijiste para una futura conversación (que tú no oirás, pero que muchos sí disfrutarán).
¿Y cómo se detectan?
-
Si su “empatía” solo aparece cuando hay drama.
-
Si no sabes nada de su vida, pero ella ya tiene el mapa emocional de la tuya.
-
Si la gente te dice: “Mira que fulana me contó que tú estabas mal”, pero tú solo se lo habías dicho a ella.
-
Si después de hablar con esa persona, te sientes más vulnerable que liberado.
¿Por qué debemos hablar de esto con alegría pero con seriedad?
Porque no todo el que te ofrece el hombro lo hace para consolarte. Algunos te lo prestan para que llores… y luego te facturan en forma de chisme. Y aunque parezca gracioso (porque a veces, realmente lo es), también es una forma de manipulación emocional que puede hacerte más hermético, menos confiado y más inseguro de con quién compartir tus emociones.
¿Qué hacer?
-
Observa más de lo que cuentas.
-
Prueba la empatía de la otra persona con pequeños detalles, no con tu vida completa.
-
No te dejes seducir por las frases bonitas sin acciones coherentes.
-
Y sobre todo: que no te dé vergüenza poner límites. Porque el que se ofende cuando marcas límites… probablemente se beneficiaba de tu falta de ellos.
En resumen: cuidado con las ovejas que lloran contigo pero te graban el lamento para compartirlo en el rebaño. La empatía real consuela sin divulgar, acompaña sin entrometerse, y está cuando se necesita, no cuando el drama está sabroso.
Ahora bien, si mientras leías esto alguien vino a tu mente... solo te diré: yo no dije nombres, tú sabrás por qué pensaste en esa persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario