martes, 5 de agosto de 2025

¡JACINTO Y EL INGLÉS QUE SALIÓ DEL FONDO DEL CARIBE!

Escrito por: Massiel Reyes Leconte  

Mire, si algo tiene el caribeño, es esa habilidad innata de resolver con estilo. Y no lo digo por lo que me contaron, ¡yo misma lo vi! Estaba ahí, tranquilita, cuando mi amigo Jacinto —sí, ese mismo que siempre jura que no sabe decir ni “jelou”—, sin proponérselo, se transformó en un profesor de inglés nivel Harvard… o mejor dicho, nivel Caribe. Porque si hay un lugar donde el ingenio y la creatividad se mezclan con el sudor y la sonrisa, es aquí, donde la brisa huele a coco y el sol no da tregua.

Todo comenzó de repente. Mientras disfrutabamos del intenso sol y calor, pero hermosa vista de la Isla, de la nada, aparece una polaca, rubia como las playas de Punta Cana al mediodía, y le lanza a Jacinto una ráfaga de inglés que casi me despeina. Yo me quedé muda, sin poder soltar ni  “Ji”, pero Jacinto… ¡ay, Jacinto! Se creció. Se enderezó, respiró profundo, y arrancó: —“Yes, the Caribbean has a wonderful climate and the beaches are beautiful!” y yo: (inserte emoticono con la boca abierta).

¡Y ahí fue donde empezó la magia!

No se crean que fue un par de frases sueltas. ¡Qué va! Aquello fue una conversación en toda regla. Hablaron de TODO: De por qué ella estaba en el Caribe, cuándo se iba, dónde vivía, del tapón de la 27 de Febrero, de cómo doblar a la izquierda (o como él dijo: “yu go lef!”), de los haitianos, de la migración… ¡y hasta de por qué estaba soltera! Mmmmmmm… el por qué estaba soltera. ¡Ay, Jacinto! ¡Y todo eso en inglés!

Pero lo mejor no fue que hablara… ¡no, señor! Lo increíble fue que la polaca, como si hubiera pasado media vida en Boca Chica, entendía cada palabra, sonreía y hasta le elogiaba el “buen acento” a Jacinto. Yo, mientras tanto, no sabía si reírme o inscribirme de inmediato en el curso express que parecía estar dando ahí mismo, gratis y en vivo.

Jacinto, embalado, se tiró hasta esta joya con su acento bien criollo:
—“Catalina Island, located in the Dominican Republic, is known for its paradisiacal beaches and rich marine life, especially its coral reefs and colorful fish.” (como cuando ya no le quedaban mas frases de Duolingo) Y ella, fascinada, le respondia: — “Ohhh, I didn’t know that. I’m impressed!”

La polaca se veia más feliz que un niño en una heladería, y al final, yo solo pude mirarlo y decirle: —¿Pero tú no eras el que no sabía inglés? Y él, con esa cara de tigre que se la busca como un león, me soltó: —Yo no sé inglés… pero el inglés sí sabe de mí.

Ahí entendí algo: en el Caribe, cuando la necesidad aprieta, el cerebro conecta con ese diccionario invisible que todos llevamos dentro. Aquí la gramática puede irse de vacaciones, porque lo que realmente cuenta es el ingenio.

Porque en esta tierra de merengue, café y gente que se busca la vida como leones, si algo nos sobra es picardía y la determinación de resolver, aunque sea con un par de señas y una sonrisa capaz de derribar cualquier barrera. Y si no me cree, algún día les presentaré a Jacinto para que se lo cuente él mismo… o mejor, a la polaca, si es que algún día la vuelvo a ver. Que seguro todavía anda diciendo: “Best conversation of my life!”.


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