Hace poco, mi vehículo comenzó a presentar fallas. No entendía qué pasaba, pero cada vez que intentaba encenderlo o hacer ciertos movimientos, algo no funcionaba bien. Probé varias cosas, intenté descifrar la causa y hasta llegué a pensar que el desperfecto era algo serio, algo que costaría mucho reparar.
Pero después de revisar todo, resultó ser la batería. Sí, todo el fallo tenía un solo origen: una batería desgastada que ya no daba para más. Finalmente, hubo que cambiarla, y al hacerlo, el problema desapareció.
Esta experiencia me dejó una reflexión. Muchas veces en la vida enfrentamos situaciones que nos abruman, momentos en los que sentimos que todo está fallando y que las soluciones son demasiado complejas o inalcanzables. Pero si nos detenemos a analizar con calma, puede que descubramos que todo se debe a una sola cosa: una carga que ya no nos sostiene, algo que necesita ser renovado, cambiado o soltado para que todo vuelva a funcionar bien.
A veces, puede ser una relación que ya no suma, un pensamiento negativo que hemos cargado por demasiado tiempo, un trabajo que nos drena, o simplemente una mentalidad que necesitamos transformar. Nos aferramos a lo que ya no funciona, intentando encontrar soluciones complicadas, cuando en realidad lo único que necesitamos es hacer un cambio, como cambiar esa batería que ya no servía.
Después de todo, no podemos seguir adelante con la misma carga agotada de siempre. A veces, lo que más necesitamos es renovarnos para poder avanzar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario