martes, 21 de octubre de 2025

EL COE NO HA HABLADO, PERO YA HICIMOS EL COCOTE


Querido lector, no hay nada que despierte más esperanzas en el corazón del dominicano que la frase: “El COE está en sesión permanente”. A partir de ahí, el país se detiene. La gente no duerme, los grupos de WhatsApp reviven, y el pronóstico del tiempo se convierte en tema de Estado. No sabemos si va a llover… pero el cocote ya está hecho. 

Desde que el cielo se pone gris, uno siente la vibra. El dominicano entra en modo expectativa nacional“¿Y tú crees que suspendan mañana?”, “Dicen que el río está subiendo”, “Vi un video en TikTok que parece el Diluvio Universal en La India”… y ya con eso basta para prender la esperanza colectiva de un día libre en RD.

El proceso es casi religioso. Primero, revisamos las redes sociales buscando cualquier declaración del Ministerio de Educación, Ministerio de Trabajo o del COE. Si no hay nada oficial, pasamos al segundo nivel: el amigo que “tiene un primo” que trabaja en el ministerio. Ese primo, que nadie ha visto, se convierte en nuestra fuente de confianza.

Después llega la frase mágica: “Me dijeron que lo van a anunciar en la noche.”

Y ahí no hay quien duerma. Los padres, los estudiantes y hasta los profesores se acuestan con la ropa lista para cualquier escenario: pijama o pantalón largo, dependiendo del decreto.

Y si anuncian suspensión… ¡Alegría nacional! El dominicano despierta feliz, abre la ventana, ve el cielo despejado y dice con toda convicción: “Gracias a Dios que suspendieron, porque tú sabes que la cosa se podía poner fea.”

Y aunque no caiga ni una gota, ya hay sancochos en preparación, Netflix encendido y gente diciendo que “mejor prevenir que lamentar”. Somos un pueblo previsivo… sobre todo cuando se trata de acatar ordenes tras suspensión laboral o docencia. Lo grande es que si el día está soleado, entonces el país entero se siente engañado. El dominicano no perdona el cocote roto. Nos duele más que un apagón en medio de una serie.

Pero si no suspenden… Ahí viene el drama. El cielo se cae, las calles se inundan, el tránsito se vuelve un caos, o mas caos, y todos decimos en coro: “¿Y por qué no suspendieron, Dios mío?”

Detrás del humor, hay algo muy nuestro: la necesidad de pausa, de descanso, de un respiro en medio del corre corre. Tal vez por eso, cada vez que llueve o se anuncia una vaguada, nuestro subconsciente colectivo pide tregua. No es flojera —bueno, tal vez un poquito—, es el deseo de bajarle el ritmo a la vida, aunque sea con una excusa climática.

Y ahí vamos, mirando el cielo y esperando el decreto como quien espera el toque de queda del descanso. No se trata solo de lluvia, se trata de esperanza: la esperanza de que, entre tanto tráfico, cansancio y calor, alguien nos diga que podemos pausar un día sin culpa.

Si no llega el decreto, al menos que llegue el fresquito... y si llega el cocote, que nos agarre con el sancocho hecho y una mantica encima.

3 comentarios:

  1. Lo mas emocionante de la suspension es la convivencia en la casa con snackk y televisión., aunque siempre esta el temor de la población e vulnerable que vive en zonas peligrosas.
    En todo caso, siempre estamos listos para descansar un dia o dos,
    Si las condiciones meteorológica no empeoran.

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    1. Totalmente de acuerdo 😄. Es como si el país entero se sincronizara entre el miedo y la emoción: unos con la tele y los snacks, y otros mirando el río en las calles con el corazón en la boca. Pero sí, ese pequeño respiro de un día o dos nunca cae mal… siempre y cuando el agua no se pase de cariñosa.

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