Por: Massiel Reyes-Lecont
Querido lector, si usted quiere ver el verdadero espíritu de supervivencia del dominicano, no vaya a un concierto gratis, a una paca los lunes con “todo a 25”, ni a INESPRE a comprar víveres baratos: espérese a que anuncien vaguada.No importa si es tormenta, una simple vaguada o un “fenómeno en observación”, el dominicano oye “agua” y activa el modo pánico nivel 220 voltios. Es como si la voz del COE tuviera un botón invisible que despierta el instinto primitivo de llenar carritos.
Cuando anuncian agua, hay una tradición no escrita en donde el pan, el chocolate y la leche se vuelven artículos de primera salvación. No importa si usted es intolerante a la lactosa o está haciendo dieta keto: va a comprar pan, chocolate y leche.
Y si el supermercado se queda sin pan, el dominicano se indigna:
—¿Cómo que no hay pan?
Y ahí arranca el debate entre desconocidos en el pasillo, opinando como meteorólogos y panaderos certificados por ChatGPT.
Hay un fenómeno más. No hay explicación lógica, pero el papel de baño se ha convertido en símbolo nacional de previsión. Ni Freud ni la NASA han podido descifrar por qué, cada vez que anuncian lluvia, el dominicano siente la necesidad urgente de abastecerse como si fuera un artículo de primera supervivencia. Uno pensaría que lo sensato sería comprar velas o baterías, pero no: el dominicano prefiere morir limpio, aunque sea sin luz.
Lo que demuestra este fenómeno es que al dominicano no le gusta que lo agarren desprevenido. Somos gente previsora, protectora, que cuida a los suyos. Cuando anuncian agua, detrás del corre corre y las risas, hay una verdad profunda: queremos sentirnos listos, aunque sea con una funda de pan y dos cartones de leche. Ah, y el chocolate.
Porque, al final, el dominicano es así: exagera, improvisa, se ríe en medio del caos y, aun con el carrito lleno y el cielo gris, dice con una sonrisa:
—Tranquilo, que si el COE dijo que va a llover, no va a llover na’... pero por si acaso, yo ya toy’ li’to.

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