lunes, 23 de junio de 2025

¿Y AHORA POR DÓNDE DOBLO?

OPINIÓN

El tapón sigue… pero en zigzag
Por: Massiel Reyes-Lecont

En nombre de la fluidez vehicular, recientemente las autoridades han decidido implementar una medida que ha provocado más frustración que alivio entre los ciudadanos: eliminar el giro a la izquierda en varias calles importantes de nuestra ciudad. Esta disposición, supuestamente diseñada para reducir los tapones, ha generado una ola de inconformidad entre conductores, comerciantes y residentes, quienes cuestionan si la solución ofrecida no termina siendo parte del problema.

A primera vista, la lógica técnica puede parecer razonable. Eliminar giros a la izquierda, argumentan, minimiza los puntos de conflicto y acelera el flujo de los vehículos. Sin embargo, el diseño urbano no puede depender exclusivamente de teorías de tránsito descontextualizadas. Una ciudad no es un laboratorio; es un ecosistema vivo, complejo, que responde a patrones culturales, necesidades sociales y realidades estructurales. Lo que en un plano puede parecer ágil, en la práctica puede resultar caótico.

Los ciudadanos han expresado su molestia de forma clara y directa: - “Trabajo en la Sarasota, subo por la 27 de Febrero y necesito hacer una diligencia en el BHD. ¿Cómo lo haré ahora? ¿Hasta qué altura de la Churchill tendré que subir para encontrar un giro en U y regresar?” Más allá de la queja, la pregunta es legítima: ¿cuánto tiempo adicional, qué cantidad de combustible y cuántos kilómetros extra tendrá que recorrer un ciudadano solo para hacer una gestión simple?

Otro comentario, igual de revelador, apunta: - “Estas medidas las implementan ahora, en temporada muerta, porque no hay escuelas y el tráfico está más suave. Pero en agosto, cuando todo vuelva a la normalidad, ¿cómo vamos a sobrevivir?” La preocupación es válida. Si las condiciones actuales ya generan malestar, cabe preguntarse cómo reaccionará la ciudad cuando recupere su ritmo habitual.

Los nuevos recorridos obligan a rodeos innecesarios, incrementan los niveles de estrés y dificultan la vida cotidiana. Esta medida, lejos de eliminar los tapones, parece haberlos desplazado a otras intersecciones o a calles residenciales que no están preparadas para recibir ese volumen de tráfico. Y lo que se presenta como una solución técnica, se convierte para muchos en un verdadero rompecabezas urbano.

Además, la falta de información previa y señalización adecuada ha sido una constante en las quejas. Cambiar la lógica de circulación de una ciudad sin una campaña masiva de orientación, sin estudios de impacto social y sin consultar a las comunidades afectadas es, como mínimo, una imprudencia. No se puede gestionar la movilidad urbana de espaldas a quienes la viven cada día.

Mientras tanto, los agentes de la Digesett, encontrarán en este nuevo ordenamiento una fuente abundante de infractores confundidos, y se darán vida poniendo multas a quienes, por costumbre o desesperación, tomen el giro equivocado. El resultado: más estrés, menos comprensión, y una ciudadanía atrapada entre la desorientación y la sanción.

La movilidad urbana requiere más que trazos en un plano o simulaciones técnicas. Necesita sentido común, visión integral y, sobre todo, diálogo con quienes viven y sufren la ciudad todos los días. No se trata solo de mover carros más rápido, sino de mover personas con dignidad, eficiencia y respeto por su tiempo y su bolsillo. Medidas que no parten de la realidad cotidiana terminan siendo parche sobre parche en una ciudad que pide soluciones verdaderas, no atajos disfrazados de modernización.

Porque al final del día, las calles no son solo líneas en un mapa ni problemas que se resuelven borrando una flecha. Son el reflejo del caos o la cordura con la que decidimos gobernar lo público. Y si algo ha quedado claro con esta decisión, es que no basta con eliminar un giro para que todo fluya. A veces, lo que realmente se necesita es dar un giro completo… pero en la manera de pensar las soluciones.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

EL RADAR DE LAS MADRES DOMINICANAS

Ese sexto sentido que convertía cualquier campamento en una misión de alto riesgo. Por: Massiel Reyes-Lecont  Mire, si existe algo más preci...