lunes, 23 de junio de 2025

LO QUE PASA EN ORIENTE... NO SE QUEDA EN ORIENTE

En tiempos de crisis global, los conflictos que parecen lejanos geográficamente no lo son tanto en sus consecuencias. El reciente incremento de tensiones en Medio Oriente, específicamente entre Irán y sus vecinos, ha puesto nuevamente en la mira el Estrecho de Ormuz, una franja de apenas 55 kilómetros de ancho que podría paralizar el mundo entero.

El Estrecho de Ormuz no es simplemente una ruta marítima más: por allí transita aproximadamente el 20% del petróleo mundial. Si Irán decidiera bloquear esta vía estratégica —como ya ha amenazado en el pasado—, el efecto dominó sería inminente. Los precios del petróleo se dispararían de inmediato y con ellos, una cadena de consecuencias económicas que alcanzaría incluso a naciones insulares del Caribe como República Dominicana.

¿Qué tiene que ver esto con nosotros?

República Dominicana, como muchos países en vías de desarrollo, depende en gran medida de la importación de combustibles fósiles para generar electricidad, movilizar el transporte público y privado, así como para mantener en funcionamiento industrias clave. Un alza repentina en el precio del barril de petróleo no solo significaría un golpe directo al bolsillo del ciudadano, sino que tendría implicaciones estructurales:

  • Incremento en la factura eléctrica, especialmente en un país que aún no logra una independencia energética sostenible.

  • Aumento de precios en los productos de la canasta básica, debido al encarecimiento del transporte.

  • Presión sobre el presupuesto estatal, al tener que subsidiar combustibles para mitigar el impacto en los sectores más vulnerables.

Más allá del petróleo: una lección de interdependencia

Este escenario nos recuerda una verdad clara: la economía dominicana no está aislada del resto del mundo. Las guerras en el Golfo Pérsico no se quedan en titulares internacionales. Sus efectos se filtran, silenciosamente, en nuestras facturas, nuestros alimentos y nuestra estabilidad macroeconómica.

Si algo podemos aprender de este tipo de situaciones es la importancia de seguir avanzando hacia un modelo energético más resiliente y sostenible. Fortalecer la diversificación de nuestra matriz energética, impulsar con mayor decisión el uso de fuentes renovables, y preparar estrategias que nos permitan responder con mayor agilidad a las fluctuaciones del mercado internacional, pueden marcar la diferencia en momentos de tensión global.

Un llamado a la previsión

El tema del posible cierre del Estrecho de Ormuz ha llamado la atención en el ámbito político nacional. El senador por el Distrito Nacional, Omar Fernández, ha expresado su preocupación por los efectos que esta situación podría tener en la economía dominicana, subrayando la necesidad de fortalecer la resiliencia energética del país para enfrentar eventuales crisis globales.

Desde una mirada de futuro, es fundamental continuar fomentando el diálogo entre sectores, la planificación responsable y el diseño de políticas públicas que consideren escenarios como este. La cooperación intersectorial, la inversión en innovación energética y la educación ciudadana sobre consumo responsable son herramientas clave que pueden ayudar a enfrentar mejor cualquier crisis global.

Aunque el Estrecho de Ormuz esté a miles de kilómetros de nuestras costas, su posible cierre tendría impactos palpables en nuestra economía. Por eso, observar atentamente el contexto mundial no es un acto de alarmismo, sino de sabiduría. Prepararnos desde ya es un acto de responsabilidad compartida que debemos asumir para proteger el bienestar nacional.


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