martes, 11 de noviembre de 2025

SE FUE LA LU'

por Massiel Reyes Leconte 

Se fue la lú. Así, sin previo aviso, sin pedir permiso y sin dejar ni una cartita en la nevera. A plena tarde, la República Dominicana entera se quedó en modo “ahora sí estamos en apagón nacional”. Y no un apagón cualquiera, no. Este vino con estilo: paralizó el metro, dejó al teleférico colgando en el aire y convirtió a Santo Domingo en una coreografía de bocinas, sudor y paciencia.

El metro, tan puntual y orgulloso de su eficiencia, se quedó plantado en mitad del túnel. Los pasajeros miraban las puertas cerradas como quien mira el futuro incierto: oscuro y caluroso. Algunos se rieron, otros rezaron, y uno que otro ya calculaba si le daba tiempo a llegar caminando. Mientras tanto, el teleférico —ese que presume de vistas espectaculares— se convirtió en balcón improvisado, con gente colgando entre cielo y tierra, contemplando la ciudad con un humor que solo da el susto compartido.

Afuera, el caos fue el mismo, pero con banda sonora de bocinas. Los semáforos decidieron tomarse el día libre, y en cada esquina los carros se miraban como gallos en pelea: “¿Paso yo o pasas tú?”. El que más pitaba era el que menos se movía. Y por si fuera poco, las paradas se llenaron de gente buscando carrito, con filas que daban la vuelta a la manzana. “Tú ve, cuando uno más lo necesita, el carrito se hace invisible”, decía una doña con el moño amarrado y el cartoncito en la mano.

Mientras tanto, los precios de Uber y las aplicaciones de transporte se dispararon como cohete de Año Nuevo. “Tasa dinámica, mi amor”, le decía el chofer a una muchacha que, entre resignada y divertida, veía cómo un viaje de 200 pesos se convertía en 800 en cuestión de segundos. Y como si fuera poco, el calor no perdonaba, porque el apagón decidió venir con combo completo: sin luz, sin brisa y sin paciencia.

Pero más allá del relajo, el apagón dejó una pregunta flotando en el aire: ¿qué tan preparado está nuestro país para cuando la tecnología dice ‘me cansé’? Porque en un segundo pasamos de ser la ciudad moderna del Caribe a un gran juego de dominó a oscuras. Y aunque el dominicano siempre se las ingenia —porque si no hay luz, hay velas; si no hay velas, hay celular; y si no hay batería, pues se charla—, lo cierto es que la dependencia del “clic” nos pasa factura.

Aun así, no faltó quien se lo tomara con humor. En las redes llovían los memes: “Se fue la lú, pero el calor se quedó”; “El teleférico ahora es un columpio nacional”; “En el metro, la conversación fluyó más que el tren”. Porque si algo tiene este país, es la habilidad de reírse hasta de la desgracia.

Pero ya el tema estaba servido: el apagón se volvió trending, la gente con historias para contar, y el país recordando que, al final, el dominicano no se apaga ni aunque se vaya la luz.

Porque aquí, mi hermano, la lú se va, pero la chispa… esa nunca se apaga.


2 comentarios:

SE FUE LA LU'

por Massiel Reyes Leconte  Se fue la lú. Así, sin previo aviso, sin pedir permiso y sin dejar ni una cartita en la nevera. A plena tarde, la...