miércoles, 13 de agosto de 2025

¿TE CAISTE? No, estoy haciendo reverencia al suelo

 Crónica ligera sobre el noble arte dominicano de preguntar lo obvio… y la paciencia de quienes lo sufrimos.

Por: Massiel Reyes-Lecont

Hay preguntas que uno no sabe si contestar o darle al que las hizo un aplauso por su valentía. El dominicano, con su corazón noble y su lengua inquieta, es especialista en preguntar lo obvio… pero con una naturalidad que da ganas de reír y llorar al mismo tiempo.

El otro día, entrando a mi trabajo, tropecé con un escalón que parece diseñado por el mismo enemigo. ¡Pum! Un aterrizaje digno de película en plena entrada del Ayuntamiento. Llega uno de los guardias y me suelta: —¿Te caiste? No, amor… estoy practicando una reverencia al suelo, porque de cerca se ve más bonito.

Y no falla: sales bajo un aguacero que parece que el cielo se rajó en dos y no haces mas que recordar los juicios divinos como en el diluvio; Empapada hasta el alma, y te topas con la doña de la esquina—¿Está lloviendo? No, doña… es que estoy en un retiro espiritual acuático, buscando paz interior entre charcos y agua sucia.

En las oficinas también tenemos nuestros campeones del obvio: estás en la hora de comida, con la boca llena de arroz, habichuelas y carne frita, y viene un compañero: —¿Tú estás comiendo? No, mi hermano… estoy ensayando para un concurso de escultura comestible.

Ni hablar de cuando te ven con un yeso desde el tobillo hasta la cadera: —¿Te duele? No, mi rey… lo tengo porque el blanco combina con todo y la moda es minimalista.

El dominicano tiene esa mezcla rara de curiosidad, amor y pura costumbre de no quedarse callado. Y, aunque a veces den ganas de responder con un manual de sarcasmo, la verdad es que estas conversaciones son parte del sazón de nuestra vida diaria.

Porque, ¿qué sería de nosotros sin esa tía que, viéndote con fiebre, te pregunta: —¿Tú estás enfermo? No, tía… es que decidí hervirme por dentro, a ver si me sale un consomé.

Así que, sí… me caí en el trabajo. Delante de medio Villa Mella. Entre risas, “¿te caiste?” y memes que ya andan por el grupo de WhatsApp de la empresa. Y aunque uno por dentro quiera responder con todo el sarcasmo del mundo, lo cierto es que en este país, un tropiezo nunca se queda solo. Aquí cualquier caída se convierte en anécdota, cualquier golpe en chiste y cualquier vergüenza en leyenda de pasillo. Porque en República Dominicana, caerse no es solo cuestión de equilibrio… es abrirle la puerta al relajo nacional. Y yo, sin querer, les di material para toda la semana. Y cuida'o.

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