martes, 12 de agosto de 2025

BUSCAN ROMANCE... pero dan menos agua que un cactus

Crónica de quienes exigen pasión y detalles… pero ofrecen menos agua que un desierto en verano.

Por: Massiel Reyes-Lecont 

En el árido panorama de las relaciones modernas, ha surgido un nuevo tipo de explorador sentimental: aquel que sueña con una pareja “idónea, cariñosa y romántica” mientras, paradójicamente, su propio nivel de ternura compite en sequedad con el desierto que cruzó el pueblo de Israel.

Si, estimado lector. Estos amantes del romance ajeno parecen vivir bajo una estricta política de “recibir sí, dar no”. Quieren mensajes matutinos llenos de miel, cenas sorpresa, abrazos improvisados… pero su aporte suele reducirse a un esporádico “gracias” o un gruñido matinal y un “ok” sin tilde en el chat.

Expertos en relaciones (y en sarcasmo) coinciden: es un fenómeno global. “Quieren recibir cariño como si fuera agua fresca, pero lo dan con la misma frecuencia que una lluvia en el Sahara”. “Es como pedir un jardín botánico y regarlo una vez cada solsticio”, afirma la ficticia Dra. Amparo Riego, especialista en climatología afectiva. “Después no saben por qué sus relaciones parecen plantas artificiales: bonitas de lejos, pero frías al tacto”.

El problema no es desear amor de calidad, sino no regar el terreno. Como en toda agricultura emocional, si usted quiere cosechar romance, necesita sembrar detalles, regar con palabras bonitas y podar las malas actitudes. Y sí, quizá también aprender a usar el riego por goteo de vez en cuando. El romance no crece por decreto ni florece con discursos; se alimenta de detalles, atención y coherencia. No basta con tener sed de amor, hay que abrir el grifo.

Mientras tanto, el fenómeno de la sequía afectiva sigue expandiéndose. Las redes sociales están llenas de indirectas como oasis en la arena, pero los verdaderos gestos siguen siendo especies en peligro de extinción.

Por lo pronto, las autoridades sentimentales recomiendan un plan nacional de “Hidratación Afectiva”: menos exigencias sin inversión y más coherencia entre lo que se pide y lo que se ofrece. Porque si algo está claro es que nadie quiere ser la planta que se marchita mientras espera la lluvia.

Así que, estimado lector, la próxima vez que sueñe con recibir amor digno de novela, pregúntese: ¿estoy regando lo suficiente o soy ese cactus orgulloso que, mientras pide lluvia, se niega a soltar una sola gota? Porque en el amor, como en la vida, hasta el desierto florece… cuando alguien se atreve a regarlo.


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