📆 Edición de los que ya no aguantan más.
Por Massiel Reyes Leconte
¿Alguna vez has sentido que alguien te mira como si tu éxito les diera alergia? ¿Que cada vez que compartes algo bonito, alguien frunce más la cara que si chupara limón sin sal? Querido lector, no es tu imaginación: tienes un envidioso en tu vida. Pero no temas, este artículo es tu desinfectante emocional. Hoy te enseñamos, con humor y verdad, cómo eliminar a los envidiosos de tu entorno... ¡sin perder el glamour ni el buen ánimo!
Identifica a la serpiente (con buena luz, por favor, y si es con sol de las 12, mejor!)
Mira, el envidioso no siempre silba, pero deja rastro... como aceite de salami en blusa blanca. A veces se disfraza de pana, de prima lejana o de compañero de trabajo que “solo quiere lo mejor para ti” (ajá, sí... lo mejor, pero pa’ él).
No les da gripe, les da rabia existencial cada vez que tú floreces. Están bien hasta que te ven feliz, porque cuando tú progresas, a ellos se les daña el WiFi emocional. ¡Y tú floreces tanto, mi amor, que pareces mata de albahaca en patio ajeno!
Son gente que no necesita disfraz en Halloween porque viven disfrazados todo el año. En vez de ponerte pa’ lo tuyo, quieren que tú te pongas pa’ lo de ellos, ¡y con gusto! Pero ¿y tú? Tú ni caso. Tú te haces tu moñito, te echas tu brillito y sigues pa’lante, con tu flow, tu swing, y tu bendición encima. Porque quien nació pa’ brillar, no tiene que pedirle permiso a las lámparas apagadas.
Elimina sin remordimientos: no es egoísmo, es salud mental
Tener envidiosos cerca es como tener goteras en el techo emocional: por más que te esfuerces, siempre hay humedad. ¡Ya basta! No estás obligado a mantener relaciones por costumbre, cortesía o chantaje emocional.
Dato serio entre tanto relajo: La envidia constante contamina. Está comprobado que rodearte de gente tóxica eleva tu estrés, afecta tu autoestima y hasta tu productividad. Así que, sí: eliminar envidiosos es también una decisión inteligente.
Hazlo con clase... y con gracia
No hace falta tirar platos ni escribir indirectas en redes sociales (aunque confieso: se siente sabroso a veces). Puedes aplicar técnicas como:
-
La distancia elegante: Deja de compartir con ellos tus proyectos, tu alegría, ¡y hasta tus memes!
El ghosteo diplomático: Respondes tarde, poco, y siempre con frases de una sola sílaba. "Ajá", "Mmm", "Ok".
El muro de TikTok: Empápalos de tu éxito sin pedirles permiso, que vean y aprendan (o se bloquean, según el caso).
Cuidado, que no seas tú el envidioso en el espejo
Sí, vamos a decirlo sin pena: todos, en algún momento, hemos sentido ese mini ardor cuando a alguien le va mejor que a nosotros. A veces no es odio, ni maldad, es simplemente una punzadita que dice: “¿Y por qué él sí y yo no?”.
Pero cuidado, que una punzadita se convierte en úlcera emocional si no se trata. Si te descubres deseando que a alguien le vaya "menos bien" solo para sentirte "mejor tú", ese es un semáforo rojo directo al corazón. ¿Y sabes qué? No te hace mala persona, te hace humana. La clave está en no quedarte a vivir en ese sentimiento.
Revisar el corazón no es un acto de debilidad, es valentía pura. Aplaudir el éxito ajeno es como hacer abdominales del alma: cuesta al principio, pero fortalece. Porque quien celebra lo bueno de otros, se vuelve imán para cosas buenas también.
Conclusión: A los envidiosos, ¡gracias por nada!
Gracias por mostrarme que mi luz molesta cuando brilla mucho. Que no todos aplauden cuando uno baila feliz. Y gracias también, porque sin ustedes, no habría aprendido a elegir mejor mi círculo.
Hoy decido andar liviano. Con gente que celebra, no que compite. Que suma, no que calcula. Y si alguno se queda por ahí susurrando veneno... que se lo tome como shot.
Este artículo ha sido revisado por expertos en cortar lazos y conservar la paz. No produce efectos secundarios, solo alivia. Disponible también en versión para imprimir y pegar en la nevera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario