(Ese es el susurro que muchos corazones repiten…)
Tras lo ocurrido el 8 de abril, y frente a tantas tragedias que nos golpean sin previo aviso, una pregunta se vuelve común, pero no menos dolorosa: ¿Dónde estaba Dios? ¿Dónde estaba Él cuando tantas vidas se apagaron de repente? ¿Por qué permite tanto sufrimiento? ¿Por qué no evitó lo que pasó?
Aunque el corazón no lo entienda, aunque el alma esté llena de preguntas, aunque duela el silencio de las respuestas que no llegan…
!Dios sigue ahí!. !Dios sigue siendo Dios!.
Él no es ajeno a tu dolor. No te mira de lejos. Llora con los que lloran. Sufre con los que sufren. Y aunque no siempre entendamos su propósito, su plan original nunca fue que alguien pereciera.
“Aunque ande en valle de sombra de muerte,no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;tu vara y tu cayado me infundirán aliento.”— Salmos 23:4
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