Aquí entre nosotros: ¿es obligatorio ser jalamecate para crecer en el trabajo? No, mi hermano. Esa estrategia da resultado, sí, pero dura menos que un pote de yogurt abierto en la nevera. El jalamecate crece rápido, pero como yerba mala: sin raíz y con fecha de vencimiento.
La otra cara de la moneda es igual de peligrosa: el que para subir, desmerita al otro. Ese personaje que en cada reunión arranca con un “sí, pero…” para bajarle el pulso a las ideas de los demás. O el que se inventa errores ajenos para resaltar sus supuestos aciertos. Ese tipo de “estrategia” puede sonar astuta, pero deja un rastro de enemigos y un expediente más largo que fila de pasaportes.
Entonces, ¿cómo crece uno en su trabajo con dignidad, sin jalamecatear?
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Hable con resultados, no con halagos. En vez de estar aplaudiendo hasta el estornudo del jefe, haga su trabajo bien, entregue a tiempo y dé soluciones. El respeto se gana con hechos.
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Colabore sin miedo. Ayudar al compañero no le quita brillo, al contrario: lo hace ver confiable y con liderazgo natural.
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Aprenda a vender sus logros sin sonar a radio guarachita. Decir lo que usted hace no es jalamecateo, es visibilidad. La clave está en el tono: menos “mire qué duro soy” y más “aquí está el resultado, ¿cómo podemos mejorar?”
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Siembra relaciones, no favores. El que solo se acerca para buscar “su cosita” es fácil de detectar. En cambio, el que construye confianza, permanece.
La moraleja: el crecimiento laboral no es una carrera de chismes ni un concurso de risitas falsas. Es constancia, calidad, respeto y saber que la oficina no es una tarima para uno brillar solo, sino un escenario donde el equipo completo sube el telón.
Así que, mi querido lector, la próxima vez que sienta la tentación de comprarle el refresco al jefe solo para que lo mire con cariño, acuérdese: ser jalamecate da view, pero no deja legado… recuerde: ‘no es más listo el que besa más botas, sino el que hace su trabajo con cabeza’.”
¿Pensaste en alguien? Relájate, que yo solo pasaba por aquí, la culpa no es mía.
Definición. Jalamecate: Lambón de oficio, con sonrisa incluida.
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